A vos, a tus letras, a los versos que se esconden en tus binchas y a las colaboraciones de lunas sin destino seguro; a los rios de acción perpetua y a las tonadas cantadas desde tus remeras.
A todas ellas, a tus manos sobre el piano rosado, a tus emociones, y (sobre todo) a TI, hoy digo que te quiero con solares brazos y con razos de nube, que se pierden en el ocaso infinito.
Vení, nena, pronto al Caribe.